Páginas

martes, 19 de octubre de 2021

La péregola o la intuición como sistema rector de la creatividad


Autor: Joel Olivares Ruiz

La arquitectura, como todas las disciplinas creativas, es tan compleja que requiere de la visión empírica para adentrarse en ella, porque no solo es necesario interpretar las formas adecuadas para las condiciones del lugar, sean topográficas, morfológicas, del contexto natural y artificial donde se emplace, sino imaginar cómo se va a transformar una vez que se intervenga. Y ahí está la diferencia del compromiso social con la comunidad de esta disciplina humanística por tradición, que viene desde los tiempos obscuros en la historia; al final, lo que queda como vestigio de una cultura son los edificios que se respetan, por la calidad con que fueron construidos.

La intuición se confunde con la visión empírica porque ambas son cualidades cognitivas. Todos la poseemos porque es una manera de enfrentarnos a la incertidumbre de aquello que llamamos realidad, la diferencia es lo que hace surgir el talento, aceptando sin conceder, que sea el mismo fenómeno en diferentes fases al enfrentarnos a los problemas de interpretación como es natural es notoria cuando se tiene éxito.

Nuestro cerebro se protege de la cantidad de información que nos llega, por lo que solemos desarrollar la visión esquemática en la interpretación de las situaciones que nos enfrentan, para adelantarnos a la interpretación automática, acción similar a la escritura de inteligencia digital que hacen las computadoras.

Es decir, intuimos de manera automática el significado o la intencionalidad de la información para banalizarla, de esa manera le restamos importancia y la catalogamos dentro de un orden de normalidad, para no ocuparnos más de ella. Es por ello que el cerebro es el órgano más perezoso, que nos lleva a actuar más sin pensar, en lugar de pensar más antes de actuar. Y ahí está la diferencia entre estas dos entidades -la visión empírica y la intuitiva- mientras la primera es la interpretación esquemática de la información donde damos respuestas generalizadas, la segunda requiere de una introyección profunda al proceso del pensamiento. 

Para llegar a la intuición se requiere, según la psicología de la Gestalt, un proceso de des-aprendizaje. Mirar como niño es el des-aprendizaje, consiste en el trabajo de liberar al niño creativo que llevamos dentro.

Puertas en Pabellón de Le Corbusier

En el caso de la arquitectura, asumir que una puerta es una entrada y que tiene 90 centímetros de ancho por dos metros de altura, es una visión esquemática que Le Corbusier rompe en algunas obras haciendo cuadrados como muros móviles que pinta como cuadros cubistas, para integrar la pintura como diseño gráfico en sus obras, pero de igual manera interpreta pequeñas puertas de 60 centímetros con la iconografía de naves marítimas.

De esta manera, si por una parte asumimos que una puerta es un concepto que viene desde la historia antigua, de madera y que se abate de uno de los dos lados, normalmente hacia la izquierda, el hacerla o aplicarla de esta manera es normal; cuestionarla y experimentarla, como lo hizo Le Corbusier es lo que la hace excepcional.

Esto es lo cuestionable para la mayoría de los que estudian arquitectura, una disciplina que asumimos creativa, mitad arte y mitad técnica, sin intentar hacerla excepcional. En lugar de justificar nuestras carencias, sea de arte o de técnica, porque no hay condiciones económicas, porque no contamos con la tecnología, con los materiales o simplemente porque no le dedicamos el tiempo suficiente para conceptualizar, la profesión de la arquitectura se reduce a hacer planos, en lugar de disfrutar concibiendo alternativas como proceso de investigación.

La Pérgola
La Pérgola, restaurante en Xalapa, es una obra maestra de Enrique Murillo. Es una obra construida para un restaurante de calidad internacional, está diseñado como una serie de plataformas que se van insertando en el terreno inclinado de las llamadas lomas del Estadio. Cuando se construye esta obra es una zona de crecimiento de la ciudad en los años 60, por lo que es la oportunidad de hacer una obra del naciente Movimiento Moderno, pero también que tenga algunos toques clásicos y esto se da en la manera del conectar las plataformas con escaleras, creando un vestíbulo externo para enlazar dos terrazas con el interior del edificio. Ahí es a mano derecha la entrada a la cocina y a la izquierda la primera zona de mesas rematada con una gran chimenea. Esta chimenea está diseñada de manera clásica, ahí estaba la escalera de caracol que conducía a los baños logrando con ello la privacidad de acceder al servicio.

Murillo la construye cuando era un joven arquitecto recién egresado y es una obra que demuestra madurez en sus conceptos para ejercitar la arquitectura y que demuestra la diferencia entre la visión empírica y la intuición, esto es porque su proceso de educación fue mas allá que el adquirido según el programa académico, asimilado de manera personal con las vivencias de la Academia San Carlos con los detalles constructivos de la herencia europea y de la recién inaugurada Ciudad Universitaria en Ciudad de México, con las plazas, las terrazas y la conexión con escaleras como vínculo prehispánico con la arquitectura de trazos geométricos.

Academia de San Carlos, patio central

Por iniciativa personal complementó su tarea escolar con trabajo profesional como asistente de profesores de dibujo e ilustración, además de participar como dibujante y proyectista en despachos profesionales. Una educación, que nos atreveríamos a señalar más con características autodidactas, de aprovechar lo que le podía brindar tanto la escuela de arquitectura como el trabajo con profesionales, así con una actitud más que cuestionar las limitaciones del programa, tomar en serio la profesión de diseñador, por lo que, sin lugar a dudas, optó por rechazar a ser simplemente un cumplidor de tareas escolares, para obtener calificaciones sin verdaderamente aprender lo importante y esencial de la carrera de arquitecto, que es el desarrollo de la creatividad.

La Pérgola, vista hacia la zona de terrazas

El espacio principal arquitectónico de La Pérgola es una sola nave que se modifica en alturas, de doble en la parte central a la altura y media a la siguiente plataforma, para rematar en un mezzanine, donde se compacta el espacio. Crea con ello diferentes sensaciones de privacidad o de comunidad entre los comensales.

La simplicidad en la partido arquitectónico, llamado así como una traducción del latín partitión, que significa el concepto del diseño global o estrategia de diseño, es producto de un trabajo de simplificación para lograr lo elemental, observando con la intuición tres elementos básicos para lograr esta unidad: el sitio, la economía y la técnica de construcción.

La Pérgola, zona interior con mezzanine y acceso a la zona al aire libre

En el sitio, al estar en una loma y junto a una avenida frente a una plaza, se proyectaron las terrazas como elemento rector de la composición, porque así se aprovecha el terreno, se evitan grandes muros de contención y se crean zonas pequeñas para los comensales, en el interior y en el exterior. Pero sobretodo se disfruta de las vistas al exterior desde arriba de la loma, a la vez de tener la privacidad y estar separado de la circulación de la calle, por estar en un nivel alto. Esta es la imagen que se lleva uno después de habitar como usuario este sitio.

La economía es otro eje rector que, al ser una importante limitación sobre todo si el propietario es su hermano, fue más bien un reto impulsándolo a pensar en cómo contener la loma con el edificio, por ello se recurre al tabique de barro artesanal y aparente, con las losas de concreto para las terrazas. Las columnas en cruz de concreto en vez de metálicas o de tabique con concreto en el muro interior y la cubierta de madera y lámina. Así de esta manera con sólo los tres materiales se soluciona el volumen.

La Pérgola, zona de terrazas

La técnica de construcción es otro atributo a la intuición del arquitecto, porque se basa en trabajar con lo que se tiene, que son los albañiles de la zona, con ciertas capacidades, pero también con muchas limitaciones. Por ello se dedica a través de croquis de detalles en explicar pacientemente cada proceso constructivo.

La calidad constructiva de la obra nos reseña la implicación cotidiana del arquitecto en la obra, al estar muy cerca de los trabajadores, como director de orquesta, sacando el mejor partido de ellos. Cada detalle es solucionado con precisión geométrica. Y eso representa una obra, con materiales comunes, que es excepcional.

Cuando una obra se hace por convicción y es producto de un análisis de conceptos, es una oportunidad de experimentar y crear formas, alcanzar a dominar la intuición se requiere mucho trabajo, pero si es creativo y divertido es la principal motivación para hacer que el resultado sea trascendente.

La Pérgola, zona de acceso y terrazas

No hay comentarios.:

Publicar un comentario