Autor: Psic. Mariana Dávila Gorbea
Ilustraciones: Sara Xochit Uscebrka (@sara_uscebrka)
La empatía es la capacidad que tiene una persona de comprender las emociones y los sentimientos de los demás. Es mejor conocida “como ponerse en los zapatos del otro”; sin embargo, a pesar de esto, muchos de nosotros no estamos siendo empáticos sino que creemos ser empáticos…
La verdad es que somos empáticos sin conocer la empatía.
Te pongo un ejemplo: si te pidiera que me recomiendes un postre que te guste mucho, ¿cuál sería?
¿Podrías recomendar algo sin haberlo probado antes? Puede que sí; sin embargo, estarías opinando sin esa experiencia, sin esa seguridad. Algo semejante pasa con nosotros cuando intentamos ser empáticos.
La empatía es la capacidad que tiene una persona de comprender las emociones y los sentimientos de los demás. Es mejor conocida “como ponerse en los zapatos del otro”; sin embargo, a pesar de esto, muchos de nosotros no estamos siendo empáticos sino que creemos ser empáticos…
La verdad es que somos empáticos sin conocer la empatía.
Te pongo un ejemplo: si te pidiera que me recomiendes un postre que te guste mucho, ¿cuál sería?
¿Podrías recomendar algo sin haberlo probado antes? Puede que sí; sin embargo, estarías opinando sin esa experiencia, sin esa seguridad. Algo semejante pasa con nosotros cuando intentamos ser empáticos.
Recordemos que, como seres humanos, aprendemos de dos principales maneras: por imitación y por experiencia. Desde recién nacidos, aprendemos y adquirimos nuevas habilidades al observar y copiar las acciones de otras personas a nuestro alrededor. A este proceso se le llama imitación y se manifiesta en varios aspectos fundamentales de nuestro desarrollo, como es el lenguaje y el comportamiento social, a través de la ejecución de estos procesos imitativos construimos la experiencia.
Esto quiere decir que la mayoría de nuestras acciones están condicionadas por nuestro entorno y experiencias propias. Esto conlleva a que nuestra empatía en una actuación de cómo se supone que debería ser. En este sentido, aprendemos cómo se tiene que ser, un cómo quisiera que hubiesen sido conmigo. Y me temo que eso no es empatía…
Empatía no puede sólo es “estar en los zapatos del otro”, algo que prácticamente es imposible ya que tendríamos que haber vivido, haber sentido y prácticamente ser el otro. La empatía es estar con el otro, hacer presciencia. A veces no es necesario ni opinar, solo estar, escuchar, dejar ser. De lo contrario, podríamos estar cayendo en la simpatía.
Te dejo un video sobre la diferencia entre la empatía y la simpatía.
Ahora bien, ¿cómo es que estamos siendo empáticos sin conocer la empatía?
Probablemente hayas escuchado la frase “trata a los demás como te gustaría ser tratado” y ésta nos da una pauta a lo que sería ser empático y está super bien. El objetivo es estar en armonía como sociedad, pero ahora quiero que te preguntes…
- ¿Qué pasaría si tratara a los demás como me trato a mí mismo?
- ¿Qué pasaría si le prohibiera comer a alguien solo por el hecho de que no quiero que suba de peso?
- ¿Qué pasaría si cada que algo no sale como debería, culpo a las demás personas castigándoles con privación del sueño o lesiones?
- ¿Qué pasaría si obligara a alguien a purgarse continuamente con laxantes o comida descompuesta para que le quedara bien un atuendo?
- ¿Qué pasaría si obligara a estar despierto a alguien consumiendo bebidas energéticas que superan los límites recomendados?
Algunas de estas preguntas podrían sonar descabelladas; sin embargo, son situaciones que callamos a voces diariamente.
Queremos empatía, pero también seamos empáticos con nosotros mismos: escúchate, abrázate, sé contigo cómo te gustaría que sean contigo…
Queremos empatía, pero también seamos empáticos con nosotros mismos: escúchate, abrázate, sé contigo cómo te gustaría que sean contigo…
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