Autor: Dr. Arq. Joel Olivares Ruiz
Cuando la desmaterialización se encuentra con la expresión de los signos se vuelve selectiva. Aquí la ilusión acuna a la obra de arte. Queda por inventar la poética de la situación: es un suave desfasaje, el jardín parisino se transforma en un bosque sagrado y el museo se diluye en sus profundidades. Jean Nouvel.
El Museo Quai Branly (2006) reúne las colecciones etnográficas de África y Oceanía y se complementa con las de Asia y América. Está ubicado en un predio de 26 400 metros cuadrados, enfrente del río Sena y al lado de la torre Eiffel.
La vista al mueso de Jean Nouvel es una sorpresa sensorial de arquitectura urbana al ser diseñado más como arquitectura de interiores o escultura arquitectónica, que como arquitectura tradicional de museo. Es anónima en su temática figurativa para dejar el protagonismo a las piezas exhibidas. De entrada llama la atención como forma al interpretarse como una instalación suspendida en un jardín en la zona central de París.
Se trata de una arquitectura fenomenológica siglo XXI.
Desde la entrada impacta con la barda en vidrio transparente de doce metros de altura y 200 metros de largo, ésta hace una separación con el entorno urbano en una zona turística de la ciudad frente al río Sena, dejando ver el jardín diseñado de manera selvática con veredas para el ingreso que se encuentra en la parte posterior del conjunto de edificios: el central es propiamente el museo en el segundo nivel, el auditorio en el sótano, la zona de investigación atrás, mimetizada, separado el edificio administrativo y venta de objetos, como lo sagrado del sitio de piezas etnográficas y de lo profano del mercadillo de los souvenirs.
En la entrada al jardín se logra un espacio de tres o cuatro niveles de altura, lo que crea un gran vestíbulo o hall, haciendo con esta estrategia la presencia determinante del jardín y al ser un pórtico predomina la vista del jardín. El edificio queda fuera de la visual al estar arriba y permite ver los edificios de la calle de atrás, lo cual hace que la instalación ocupe el mínimo del espacio construido. Es un edificio suspendido e ingrávido, diseñado como ciudad puente que nos recuerda al Ponte Vecchio de Florencia.
Las columnas desfasadas y distintas que hace difícil ver la lógica constructiva, es el bosque, como lo expresa su autor. Lo que se logra percibir de arquitectura-instalación es un bloque horizontal metálico y con la parte inferior del cuerpo central construido con partes fractales; este efecto lo hace ligero, suspendido e indeterminado, de color rojo quemado en contraposición con el verde del jardín en contraste simultáneo, pero matizado.
La visión más importante es el plafón que, al ser un plano complejo sin estructura y del mismo material metálico que los muros, con cuerpos rectangulares geométricos simples sin ventanas, lo vuelven escultórico. Es una interpretación fenomenológica del minimalismo.
El interior del museo es un gran espacio que se conecta con dos cuerpos principalmente: la zona de vestíbulo y la horizontalidad de la gran sala. La conexión se hace a través de una rampa en espiral que a la vez provoca la lentitud del recorrido. El silencio y el caminar en fila india por lo estrecho, hace tomar una actitud respetuosa ante el juego de la penumbra, la teatralidad en la espera de la sorpresa hace que los efectos de luz, brillo y diferentes colores se hagan presentes, pero sobre todo este recorrido en espiral hace que se pierde la orientación.
El control de la entrada está integrado a la barda de la rampa, que a su vez contiene el pasamanos, todo en blanco, con un material plástico de textura suave, como el Corian, que hace táctil el recibimiento. La rampa es estrecha lo que impide un camino tumultuoso, es el camino de la vereda de la selva, donde predomina, la instalación teatral del artista visual Charles Sandison, Río, proyectada por el piso como un torrente zigzagueante de palabras. Todas juntas revelan lo común de la humanidad desde el punto de vista de la etnología: el lenguaje, tan diverso pero a la vez tan común.
Los cambios de orientación, la penumbra los brillos en el piso y los muros, los colores continuos de gamas entre rojos y ocres, generan sensaciones visuales espectaculares. Cuando se llega a la gran sala está delimitada por un muro continuo donde se van abriendo pasillos alternos, todo en recorridos curvilíneos. El muro nos representa la construcción más común de los pueblos primitivos de África, Oceanía, Asia y América que es el adobe. Ahí están las piezas, los textos, las pantallas de video pero también nos permite recargarnos y hasta sentarnos. El muro es la parte más humana del trato que hace el arquitecto en una sala de exposición, el contacto con la materia a través de la textura invita a tocarlo, transformando el sentido de la división que mas que separara acerca. El muro y el río conforman el espacio continuo, lo hacen dinámico, pero también conforman el laberinto, nunca sabes la posición de donde estás. El espacio se agranda, carece de referencias racionales, entras al mundo mágico de la sinrazón.
La arquitectura está llena de códigos de las culturas primitivas interpretadas a través del Diseño de Interiores, teatral, mágico, primitivo. La luz, la oscuridad, la penumbra, la textura y el color es el escenario que nos lleva a las sensaciones perceptivas de la visión borrosa, la textura visual y táctil, la complejidad del gran espacio dividido en estrechas calles, el olor a maderas de ébano y el sonido del agua, de la música en los videos con lenguajes autóctonos es una completa experiencia perceptiva del espacio, además del espacio teatralizado, arquetípico propio de las piezas en la exposición.
Impresiones Fenomenológicas
La primera impresión es la barda de 12 metros de cristal que divide, pero invita a mirar el interior hacia el edificio, el cual se ve enorme desde esa perspectiva, sobresaliendo del plano inferior verde.
La segunda impresión es que el edificio desaparece y se convierte en un gran hall, similar al Museo Nacional Reina Sofía en Madrid, diseñado por el mismo arquitecto.
La tercera impresión son las veredas y el jardín que invade el interior del gran hall, por ello el edificio se percibe como puente.
La cuarta impresión son los cuatro cuerpos que componen el edificio, son distintos en forma y materiales.
La quinta impresión es el vestíbulo, lleno de luz, enorme y el inicio de la rampa que conduce al museo.
La sexta impresión es el centro de la rampa en espiral está diseñado un cuerpo en vidrio de varios niveles, donde está la bodega de piezas que no están expuestas, pulcramente ordenadas.
La séptima impresión el río de letras, las letras en desorden son la imagen babélica de las culturas juntas.
Octava impresión el laberinto, la sensación de no saber donde estás y que no termina el recorrido te concentra en cada detalle, cada pieza, cada accidente espacial.
Novena impresión el sendero conformado por los muros de piel. La textura icónica de los muros de adobe, que puedes tocar, recargarte y sentarte, es por mucho la diferencia con todos los museos, el color agradable, cálido y el tacto con la piel, es de las sensaciones mas agradables pues el sendero del muro te acoge y delimita el espacio pero por la altura no lo corta.
Décima impresión la teatralidad de la luz y el color, la sombra y la penumbra. Este es un efecto teatral que en el Museo de Antropología en la sala central que es la Azteca es similar. Al bajar la luz y estar determinada por reflejos y la luz escénica sobre las piezas, el espacio se agranda, este efecto es diametralmente opuesto a la sala del museo Galería de la Academia en Florencia donde se encuentra el David de Miguel Ángel; ahí la luz envuelve toda la sala y la hace más pequeña para que sobresalga en su blancura de mármol la imponente escultura de Miguel Ángel y el resto de esculturas pierden su escala. Pero en el caso de la Piedad de Miguel Ángel Buonarroti, en la capilla de la Basílica de San Pedro, la luz se vuelve escénica.
Undécima impresión las piezas de la colección, son de alta calidad, expuestas de manera directa, sin barreras, lo que permite la visión y sensación táctil, de proximidad.
En las palabras del autor describiendo su obra nos dice que es un proyecto diseñado a partir de una colección, esto le permitió plantearlo de otra manera, no por el tipo de piezas a exhibir sino por el concepto de su creación, que es primitivo, metafórico, religioso y totémico. Por lo que la diferencia con los museos tradicionales es la luz, en la mayoría se trata de manejar la luminosidad universal muy controlada para proteger las piezas. Aquí se maneja la penumbra como icono escenográfico para hacer vivas la pieza en su ambiente dialectal, pero en un edificio siglo XXI.
Desde el punto de vista semiótico, explica el autor su metodología de Diseño, dejando atrás el funcionalismo del Moderno y el discurso del lenguaje del posmoderno, para pasar al discurso fenomenológico, donde el lenguaje lo interpreta directamente de las piezas exhibidas.
Como arquitectura es una aportación al modelo de diseño de museos, pues existe una simbiosis de forma significado entre las piezas de la colección y el concepto formal de la obra. Además, que aporta a la ciudad de un jardín urbano que los vecinos y peatones pueden acceder libremente. Y es un modelo siglo XXI que rebasa los estilos del posmoderno.
Un último comentario, este edificio en mis dos anteriores visitas a París lo he dejado en la última parte de la lista de visitas, por sistema, los etnográficos son los últimos museos que suelo visitar, y éste por mucho es el mejor museo diseñado que he visitado porque más que un monumento a la Arquitectura es un contendor escenográfico de las piezas expuestas.
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