El concepto del espacio es la capacidad perceptiva para determinar los planos en un campo sobre todo de profundidad, en un enfoque fenoménico, pueden implicarse más cosas; la sensación de libertad, de espiritualidad y del contacto del mundo interno con el exterior.
Si bien nuestra idea del espacio es visual, también somos capaces de percibir a éste a través del sonido. Un ejemplo sería un disparo y la reacción que provocan en los corredores de atletismo, una de las más rápidas que podemos encontrar pues se han hecho pruebas con la luz y está reacción se vuelve microsegundos más tardada.
Pero el concepto de espacio es también metafórico porque lo relacionamos a sensaciones, a signos y al espacio-temporal de recuerdos o de la construcción del futuro inmediato.
Dentro del espacio físico y en el campo visual, la luz es determinante, pues en ausencia de ella no podemos distinguir los planos. Nuestro aprendizaje deviene de observar los planos a diferentes intensidades; cuando son más luminosos están más cerca y cuando son muy tenues, más lejos, esto lo hemos aprendido a percibir mirando el paisaje.
Existe otro concepto dentro del espacio y es es la espacialidad; se puede comprobar cuando las formas que configuran el espacio están dispuestas en cierto orden que hacen que nuestra capacidad perceptiva de establecer geometrías, se vean de esta manera organizadas, del centro hacia fuera en los ejes cartesianos.
El espacio, si bien se produce con la luz al iluminar los objetos materiales, aparece también utilizando los conceptos de Teoría de la Forma para producir secuencias, texturas, color e intensidad luminosa. Y no solo eso, la transparencia juega un rol importante en la difuminación de la luz sobre el material, y sobre todo, la deformación espacial. De hecho, la Teoría de la Forma en sí, la Teoría del Espacio.
La luz es la primera de las condiciones variables que influyen en la arquitectura. Puede conformar a la arquitectura tanto hacia adentro, como iluminación de los espacios, y ser utilizada como elemento adaptador del espacio perceptivo. Es la luz natural del sol, el medio dominante a través del cual la gente experimenta la arquitectura cuando ésta se interpreta como cobijo y significa que debemos protegernos de la radiación y del calor que la acompaña; pero la luz, tanto natural como artificial, puede ser manipulada por el diseño para identificar y significar lugares concretos y darles un carácter específico, ofreciendo una integración de la luz en la arquitectura. Es decir, la forma arquitectónica está en función de la luz y en este caso se llama la Arquitectura de la luz.
La luz puede relacionarse con la actividad del lugar. A cada actividad se le puede encontrar el tipo de luz resultante más apropiada para llevarla a cabo, pues esta cambia y puede ser alterada. La luz del cielo varía a través de los ciclos de la noche y el día, y también a lo largo de las diferentes estaciones del año; a veces, llega de forma directa o difusa por la presencia de nubes. Las variaciones de luz pueden ser estimulantes, la luz natural puede ser explotada para definir lugares a través de la geometría solar. Sus cualidades pueden ser alteradas deliberadamente por el diseño, variando la forma de penetración de los rayos solares en el edificio. La luz puede contribuir de muchas maneras a la identificación de lugares por medio de la arquitectura, el tratamiento de este fenómeno físico, juega un papel importante en la organización conceptual del espacio y determina el modo como se usan los elementos primarios de la arquitectura que aporta también al ambiente del lugar.
No cabe duda de que la iluminación adecuada para un lugar de contemplación o de oración religiosa, debe tener cualidades muy distintas a las de un lugar donde se juega al baloncesto, o a las de un quirófano donde se practiquen operaciones. El mismo lugar puede cambiar radicalmente de carácter según el modo de iluminarlo.
Pareciera muy simple el hecho de abrir un orificio en el techo para provocar el efecto luminoso, pero no es tan simple dominarla porque el control de la luz que viaja a 33.000 km por segundo, y se dispersa de una manera parecida al sonido, para ello es necesario cambiar de modelo, no verla como un peligro, sino como un instrumento a favor. En sentido bioclimático, ergonómico y semántico como factor estético o metafórico por no decir espiritual.
Es para la Arquitectura esencial el manejo de este fenómeno, sin embargo, son muy pocos arquitectos de renombre que lo utilizan para provocar efectos espaciales. Entre las principales obras está el Pantheon Romano, que a través de un óculo en la parte superior de la bóveda, ilumina de manera eficiente el interior del recinto, no solo físicamente, sino teatralmente al producirse efectos naturales durante el día, según las condiciones climáticas de sol despejado, nublado o nubes con viento. La sensación metafórica de elevación se produce con el artesanado en las bóvedas, al ser una secuencia de tamaños de mayor en la base a menor a la parte superior, produce una proyectiva cónica que se define con las sombras. En la antigüedad, esta textura estaba recubierta de láminas de cobre, así el efecto de brillantez pudo ser más relevante para hacerla perceptivamente más ligera. Al final de cuentas, este Templo romano se adoptó como ícono para las iglesias cristianas hasta nuestros días, con la adopción de la linterna en el Renacimiento italiano.
Sin olvidar dos culturas de la antigüedad, que materializaron la adoración al sol en su arquitectura como es Egipto, por la orientación al amanecer el sol se introduce por la puerta del templo de Al-Karnak para iluminar el interior del edificio donde se encuentran las esculturas de Ramsés II, como un acto de renacimiento del día. En México, es en Teotihuacán, Xochicalco, Chichén Itzá y Tulúm donde la orientación con el sol produce un efecto en el equinoccio de primavera, donde la luz penetra por el orificio de las dos puertas opuestas. En Chichén Itzá el efecto de la sombra sobre el lateral de la escalera, produce un efecto tanto en el equinoccio como el solsticio del descenso y ascenso de la serpiente emplumada.
Tanto en el periodo Románico, la luz se maneja como icono de iglesias en el rosetón, en los vitrales de las ventanas laterales y en la construcción de la linterna primitiva llamada cimborrio, donde la luz cae tenuemente. Colocada en la bóveda de crucería o en lateral en la zona bautismal, en la iglesia de San Martín de Fromista en Palencia, España, podemos ver el efecto espacial de la luz con la metáfora de cueva con mayor iluminación en la zona del altar y el efecto de la luz que cae en la crucería como se puede observar en la imagen exterior el cimborrio tipo torre, con ventanas en los cuatro costados, las ventanas laterales que dan una iluminación baja la estructura sobre las dos naves laterales a la central y la pequeña ventana que después será el rosetón. Los feligreses están en la zona semioscura que es la profana, de frente a la zona sagrada iluminada donde se celebra la misa.
El Gótico se reconoce como una arquitectura de la luz, sea por los vitrales iluminados, por el cambio de proporciones superando al Románico en tecnología y en verticalidad, pero siguiendo su planta de cruz latina, adelgazando los muros incorporando una estructura externa con arcos como contrafuerte lo cual le da una dinámica de ligereza y espacialidad en el exterior, el rosetón además de los grandes vitrales coloreados con escenas bíblicas como en Notredame de París, así como el deambulatorio, atrás del retablo, con amplios ventanales dejando expuesta la estructura e iluminando la parte final como en el Románico la zona sagrada.
En la época Moderna que Le Corbusier enfatiza su arquitectura con efectos de luz y color, que es conceptualmente luz congelada. La capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp en Francia, la luz la pone en el muro lateral con efectos luminosos y como énfasis en la parte frontal arriba del púlpito y a un lado de la cruz, donde está la virgen colocada como nicho luminoso, dejando la figura a contraluz. El púlpito en la zona del bautisterio, el muro redondeado con textura se ilumina con un tragaluz en una de sus torres, que permite que la luz caiga, conformando el espacio sagrado en una imagen metafórica de elevación.
Luis Barragán utiliza la luz para provocar emociones de sentido espiritual que expresa su visión religiosa, no solo en la capilla de las Capuchinas con el ventanal con vitral que deja lateral y escondido como trampa de luz, para que la luz que penetra ilumine el púlpito frontal y provoque una sombra en ese muro de la cruz lateral. Es una manera de interpretar metafóricamente hablando la materialidad de la cruz como una escultura y la espiritualidad de su esencia. El color en la obra de Barragán es determinante porque atrapa la luz y la expande con efectos tonales.
En su casa-estudio expande el espacio en el vestíbulo cerrado, solo con un ventanal lateral sobre la escalera, la luz intensa por el lado Este ilumina de forma dramática este lugar que podría ser obscuro, coloca un cuadro al fondo de la escalera con un cuadrado solo de láminas pequeñas de papel de oro que brillan con la luz en diferentes tonos, además de colorear la luz rebotada de un tenue color dorado y cálido. La intensidad del color rosa mexicano proporciona una imagen pictórica de su arquitectura. En la fachada Este que da a la calle coloca en la ventana unas contraventanas que se articulan para dosificar la luz sin tener que ver al exterior de la calle. En la casa Giraldi, es en el pasillo de acceso a la alberca donde utiliza una celosía como parteluces para atenuar la luminosidad al estilo árabe, coloreado de amarillo para contrastar con el fondo de un marco cuadrado con el muro de la alberca azul y la columna de perfil rojo, la luz que cae es tenue, pero en el interior se construye espacialmente un cubo con los tonos de luz y se provoca un rayo luminoso, efecto patente en la otra parte de la alberca.
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