
Por Joaquín Cruz Hernández
En un mundo donde el diseño transforma realidades, crear espacios que abracen la diversidad y promuevan el bienestar colectivo es un reto profesional, pero también una responsabilidad ética. Pensar en la arquitectura desde el interior, hacia lo humano, es una tarea que demanda sensibilidad, conciencia y compromiso. Por eso, cuando el diseño se convierte en una herramienta para fomentar la inclusión y la empatía, se revela una dimensión más profunda. Así nace el proyecto académico “Parque recreativo comercial”, una propuesta que refleja talento y creatividad, con una vocación por construir entornos que respondan a las distintas formas de habitar el mundo.
En un mundo donde el diseño transforma realidades, crear espacios que abracen la diversidad y promuevan el bienestar colectivo es un reto profesional, pero también una responsabilidad ética. Pensar en la arquitectura desde el interior, hacia lo humano, es una tarea que demanda sensibilidad, conciencia y compromiso. Por eso, cuando el diseño se convierte en una herramienta para fomentar la inclusión y la empatía, se revela una dimensión más profunda. Así nace el proyecto académico “Parque recreativo comercial”, una propuesta que refleja talento y creatividad, con una vocación por construir entornos que respondan a las distintas formas de habitar el mundo.

Este esfuerzo se materializó de manera pública con una exposición de modelos a escala instalada en el vestíbulo de la Universidad Gestalt de Diseño, donde los alumnos de sexto y octavo semestre de la Licenciatura en Arquitectura de Interiores, guiados por las maestras Andrea Arizmendi Urban y Alejandra Velasco Cobaxin en las asignaturas Arquitectura de Interiores IV y Arquitectura de Interiores VI, respectivamente, presentaron proyectos con los cuales se configura un parque recreativo-comercial con enfoque inclusivo.

Cada propuesta de los estudiantes fue concebida como un espacio dinámico de integración, recreación y encuentro, pensado para diversos usuarios y diseñado con un enfoque centrado en la experiencia sensorial de quienes lo transiten y ocupen.

Uno de los aspectos más valiosos de este ejercicio fue la incorporación de áreas especialmente diseñadas para personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Este planteamiento demuestra una comprensión del diseño como facilitador de bienestar, al integrar elementos como texturas suaves, iluminación controlada y paletas cromáticas que estimulan los sentidos, sin agobio. Con ello, se logró configurar atmósferas seguras, tranquilas y accesibles, que invitan a la autonomía, la exploración y el disfrute.

La exposición es testigo del esfuerzo y el profesionalismo de los estudiantes, quienes presentaron propuestas que cumplen con estándares académicos, trascendiendo al proponer un diseño que incluye, que cuida y que transforma. Estas maquetas se comprenden de manera independiente, pero también en su configuración colectiva. Son una pequeña muestra del poder del diseño interior como puente entre la estética, la funcionalidad y la inclusión. Sin duda, estos trabajos reafirman el valor de una formación académica comprometida con los desafíos actuales y con el diseño como un acto profundamente humano. ¡Felicidades por estos resultados al área de Arquitectura de Interiores!